miércoles, 23 de noviembre de 2022

De otoño (r)

 

Hoy,
esta noche.
Cualquier día 
de otoño.
Dos mil veintidos...
 
-Estoy sola.
Tal vez, 
un poco triste-
 
Un poema
a medio terminar,
va preguntando:
Dónde  
se esconde Dios?
Y el alma?
 
Cómo puede
detenerse una ola?
Y un mágico momento?
Y una guerra?
Y el horror?.

Como se aprende 
a amar?
Y a sentirnos humanos?...
 
En hoja en blanco,
voy dibujando
cosas sin sentido:
Un reloj,
un aguacero,
un pájaro.
Un barco a pique,
un remo...
 
Una luna menguante.
Una flor deshojada.
Un corazón de nadie...
 
Vuelvo al reloj
que marca 
medianoche.
Y dejo mi poema,
a medio terminar...
 
Para pensarte.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Un globo rojo

 

 

Muchas veces he pensado en ese globo rojo. ¿Adonde lo llevaría el viento?... Quedaría enredado en la copa de un árbol?...Caería al mar?... Alguien, tal vez en algún lugar lejano, leería su inocente mensaje?... O, quizás sí, llegó hasta el cielo?...

Todos los años, pasaba mis vacaciones de verano, en un pueblo sencillo y pintoresco. Un pueblo perdido entre montañas. Lleno de gente en verano, de soledad, paz y nieve, en invierno.

Aquella tarde, llevé a Isabelita a la plaza. Era una chiquilla morena e inquieta, de trenzas negras y ojos claros, llenos, entonces de una larga tristeza.  Me gustan los niños, pero sentía una especial ternura, por esa chiquilla, cuyos padres, meses atrás, habían muerto en un accidente.

Nos sentamos en el borde del estanque, donde se reflejaban las galas azul y rosa, de esa apacible tarde de verano.

Quieres un globo?
Si, si, ese rojo.
                                                   ***
 
Lentas campanadas, llamaron al Ángelus, y el aire quieto se llenó de resonancias. Una cigueña dibujó su sombra alargada sobre la hierba, salpicada de florecillas.
Llamé a Isabelita.   Nos vamos ya?...
 
Caminábamos despacio, cuando de pronto, señaló un globo que se elevaba, liberado, sin duda, de la mano de algún chiquillo : Los globos que se escapan, adonde van? ...
Miré el óvalo azul que se perdía con prisa entre los árboles y respondí distraída: Tal vez, lleguen hasta el cielo.
Hasta  el cielo?... Llegan hasta allí?...
Sí. Puede que lleguen hasta allí. O hasta el país de las Hadas. O hasta el Reino del Revés.

                                                  ***

 Al día siguiente,  Isabelita apareció en mi casa, con su globo rojo.  Noté que había algo escrito en él,  con letras de colores.
Hola. Has decorado tu globo?... A ver... Qué has escrito?...
En letras grandes e irregulares, leí: "Papá, mamá, los quiero mucho. Isabelita". 
Puedo mandárselo?... Tú has dicho que los globos llegan hasta el cielo... Lo soltamos?...
 
Trate de borrar con un dedo la ele de "los", mientras disimulaba mi emoción. Sí, claro. Vamos a soltarlo.
 
En medio de la calle, observamos como el globo, jugó unos instantes con el viento y luego, arrastrado por él, ascendió, hasta perderse de vista. 
 
Los ojos de Isabelita, brillaban. Los mios, estaban nublados.