martes, 25 de junio de 2013

Aquel viejo café



 *** Hacía muchos años que estaba cerrado, pero aún conservaba sus cortinajes dorados,  butacas de terciopelo, enormes lámparas colgadas del techo... Vestigios de aquellos años románticos.



Ya sé que ahora 
no es lo que era
pero me gustaría entrar allí.

Me sentaría en un rincón
junto a un gran ventanal
de cortinas doradas.

Solo entrar a ver.

Recorrer con la vista
todos los rincones.
Los reservados.
El lugar destinado a la orquesta.

Escudriñar 
los antiguos sofás.
Hundir los dedos
en sus pliegues ajados.

Tentar con disimulo
bajo el mármol eterno 
de las mesas 
por si alguien 
- mucho tiempo atrás -
dejó olvidado algún secreto:

Un breve poema de amor,
una carta leída a hurtadillas,
la nota apresurada de una cita...
Algo que me hiciera imaginar

Y es que me encanta unir
realidad con fantasía.

Sé que no es lo que era,
pero me gusta soñar, 
que le voy a hacer.

Inventar, por ejemplo,
una bonita historia para mí:

Quiero 
que tenga la sonrisa presta,
la ternura a flor de piel.
Que sea un poco despistado, 
tal vez, algo perdido.

Vestirá de manera informal,
camisa abierta - sin corbata -

Será amable y sensible.
Y me dirá de un vistazo
que me estaba esperando.

Sí, me gustaría visitar
ese viejo café.

Rescatar de la grieta de un zócalo
un mensaje perdido
que me hiciera recrear fantasías...

De verdad. Me muero de ganas.

miércoles, 19 de junio de 2013

Un sencillo relato : Animales



Pensó que aquella herencia insospechada cambiaría su vida.  Y así fue.
Siempre había vivido llena de carencias, deseando cosas, sintiéndose por ello inferior a todas sus amigas.

Así que lo primero, sería comprarse un montón de ropa. La mas elegante, la mas cara, la mas increíble... Cuantas veces frente a una gran vidriera llena de vestidos fantásticos, de abrigos imposibles, de zapatos...oh, los zapatos, había sentido como una sensación de frustración, de inferioridad...

Ahora podría comprarse todo lo que deseara, podría viajar adonde quisiera. Y no se sentiría tan sola, pensaba.

Aquella tarde, en la boutique mas,  mas,  adquirió, casi sin mirarlo lo mas caro que había: un precioso abrigo de piel de leopardo, modernísimo, suave y sofisticado, unos zapatos de piel de cocodrilo y un bolso de piel de serpiente. Pagó con un talón y dejó una impresionable propina.

Esa misma noche, organizó una fiesta en su nueva casa para sus amistades. Nadie falto.  Llegaron, cenaron, bebieron, bailaron, se emborracharon y se fueron. Y ella quedo tan sola como antes. Tal vez, mas sola que nunca.

Se sentía mareada. Quizás también un poco borracha.  Se descalzó. Al entrar en su dormitorio, notó que algo se movía entre los almohadones de la cama. Allí estaba.  Era un  pequeño cocodrilo de ojos color ámbar y larga cola. La miró con ojos tranquilos y se esfumó veloz por el pasillo.  Frotó los ojos... estoy soñando?

Entonces la puerta del armario se abrió lentamente y vio como el abrigo que estaba colgado, se deslizaba y tomaba forma de un leopardo auténtico.  Y vivo.  Vino hacia ella con ojos mansos, lamió sus pies desnudos y bostezando se sentó en la alfombra junto a su cama.
Por muy extraño que parezca no se sintió asustada ni gritó de miedo.  Claro, porque será un sueño, volvió a pensar.

Instintivamente buscó con la mirada el bolso que había quedado sobre la mesita de luz, pero se había transformado en una bonita serpiente.  Sus hermosos colores negro, verde y oropel, brillaban bajo la tenue luz del velador. Se desenroscó lentamente y se deslizó con ondulados movimientos hacia la terraza.

Qué podía hacer?  Desde luego, no tenía miedo ni en ningún momento se sintió amenazada,  así que se tiró en la cama para tratar de pensar.

Nueve o diez horas después, la despertó el sonido del teléfono.  Mientras hablaba, y aún medio dormida, recordó lo sucedido la noche anterior.  Frotándose los ojos, miró a su alrededor, pero no vio nada: el abrigo-leopardo, el bolso-serpiente y los zapatos-cocodrilo habían desaparecido.
Se sentó a pensar y la verdad es que sintió un gran alivio.  Sabía por qué.

Ahora, a veces tiene la sensación de que alguien la observa desde algún rincón,  pero no tiene en absoluto nada de miedo.  Al contrario.  Y sabe por qué.

lunes, 10 de junio de 2013

A veces también la rima : Ovillejo




La lluvia sobre el cristal
puntual,
teclea su melodía,
cada día.

Tú, suplicado poseso,
un beso...

Y te declaras confeso
fingiéndote enamorado,
exigiendo, descarado,
puntual, cada día, un beso.



jueves, 6 de junio de 2013

En algún lugar





A menudo
contemplaba sus manos,
tercas,
de puro acariciar.
De tanto y tanto
aprisionar la vida.

Cuando el alba,
ella ya estaba en pie,
las ventanas al viento
para atrapar el sol.

Se deslizaba leve por la casa,
dando,
llevando,
poniendo en orden...

Regaba las flores
y cantaba
con voz de lluvia
y rumor de  olas.

Un día,
se descubrió cansada.

Recorrió su memoria
para hacer inventario
y contempló
el libro de su vida,
como una larga suma
que llegaba al total.

Se sentó en la mecedora
y comenzó  a morir.

Era de viento.
Y el viento
la llevó de la mano.

Y en algún lugar, se abrió una puerta.