miércoles, 10 de noviembre de 2010
EL RELATO DEL MES
CLAVELES PARA EVA
Durante las vacaciones de aquel indolente verano, yo trabajaba como recadista en una tienda de flores. El dueño, el señor Z. era un viejecito jovial y bondadoso, de ojos azules y cabello totalmente blanco. Parecía un enano de relato infantil.
Aquella tarde preparó con especial esmero, el más hermoso clavel rojo. Con una ramita de helecho, lo envolvió en un suave papel de seda y lo colocó artísticamente, en una caja larga y estrecha. La puso en mis manos y me dijo: "A las seis en punto".
Señor - le hice notar tímidamente - creo que se ha olvidado de la tarjeta...
Me miró por encima de sus gafas, y me respondió con una pícara sonrisa: La persona que lo envía, desea permanecer en secreto.
Me encantaba llevar flores a Eva. Era una chica especial, bonita y encantadora. Pero estaba pasando por una situación muy triste. Cuando meses atrás, el hombre con el que estaba comprometida, la dejó plantada para casarse con otra, todos sin excepción, en nuestra pequeña ciudad-pueblo, la compadecieron sinceramente. Y censuraron indignados, la conducta del chico. Mi madre, por ejemplo, dijo que todos los hombres eran iguales, y que merecía ser apaleado públicamente.
Eva era una chica especial, bonita y encantadora. Pero ese fracaso la hundió literalmente.Se encerró en casa, rompió con todas sus amistades y dejó de asistir a fiestas y reuniones. Estaba decidida a dejarse apagar lentamente. O en el mejor de los casos, a convertirse en una antipática y aburrida solitaria...
Cuando aquel viernes le entregué la caja con el primer clavel, parecía una sombra. Me miró con indiferencia. Es para mí ?... Tomó la caja con desgana y cerró la puerta enseguida como avergonzada de que la viera.
Viernes a viernes, hiciera sol o lloviera a mares, yo seguí llevándole el clavel rojo. A las seis en punto. Primorosamente presentado. Y siempre sin tarjeta.
Poco a poco fui notando un cambio en ella. Ahora, se detenía a saludarme y a darme las gracias. Aparecía mas cuidadosamente peinada y vestida y empezó a sonreír al hablarme.
Poco después comenzó a salir, a frecuentar amistades, a asistir a reuniones...
Esa noche, cuando entró sola, en la velada de baile, todos los ojos se volvieron hacia ella con simpatía. Verdaderamente se alegraban de su cambio de actitud.
Sonrió a todos , con la cabeza erguida y con cierto aire de desafío, hermosa, con su clavel rojo prendido con naturalidad en su vestido color turquesa.
Yo volví a mis estudios. Y al siguiente verano, seguí entregando claveles a Eva. Pero ahora, sí llevaban tarjeta.
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Ay! qué bonito relato, de verdad. Supongo que aquel tipo que la abandonó era quien le enviaba la flor. Sólo espero que fuera por amor (un amor algo cobarde, pero amor al fin) y no por limpiar su conciencia, por sentirse imprescindible.
ResponderEliminarPero es una suposición que sostengo con pinzas, tengo muchas dudas. Y más desde que sabemos que comenzó a firmarlas...
Besos, de los cuatro. Me ha encantado.
Que relato mas precioso, profe. Quien fuera el que mandaba las flores tuvo una idea genial...
ResponderEliminarMis besos de siempre. Inés
ayy eso necesitamos más, más claveles de esos sin tarjeta querida Soco
ResponderEliminarmontones de besicos
Un buen relato, con encanto y poesía.
ResponderEliminarY bien resuelto. a pesar de la duda.
Gracias. Joselu
Precioso relato, hay una canción de hace bastantes años que se llama El ramito de violetas, la cantaba Cecilia, y hablaba de alguien que le mandaba un ramito de violetas cada 9 de Noviembre, sin tarjeta. Y resultó que era su marido quien se las mandaba...
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Creo que esas flores que regalaba el anciano, hayan encendido la chispa de la vida nuevamente en la chica.
ResponderEliminarTu relato, querida Soco, regala poesia y ternura, como todas tus palabras, escritas con sensibilidad y maestría.
Un fuerte abrazo y un beso.
Leo
Muy bien pensado el relato. Fuera el que fuera al que mandaba los claveles, consiguió devolver a la protagonista la ilusión y las ganas de vivir que había perdido. Y no creo que fuera el viejecito de la tienda, mas bien pienso en un admirador secreto, que mas tarde se da a conocer.
ResponderEliminarPor lo demás, un relato muy poético y bello.
Osvaldo
Un detalle tan sencillo y es capaz de remover la vida de una persona.
ResponderEliminarMe has recordado la canción de Cecilia.
Besitos y flores a tu corazón, tan delicado, querida Soco.
Ya sabes que lo mio es la poesía. Sin embargo tus relatos me gustan porque tienen mucho de tus poemas, sentimiento, ternura y belleza.
ResponderEliminarGracias y un abrazo .
En principio no importa quién envía las flores, lo que importa es que su perseverancia hizo renacer la ilusión. Bonito relato.
ResponderEliminarLos claveles enviados por una persona anónima, hicieron el milagro de devolver la ilusión a la protagonista. Un sencillo argumento hermosamente narrado.
ResponderEliminarMikel
Qué bonito...
ResponderEliminarHe recordado la canción de Cecilia.
Precioso
Muchos besos
Una estratagema con buen resultado. Muy bien narrado y con la marca de la casa, como alguien te ha dicho alguna vez.
ResponderEliminarManu
Un clavel te regalara yo todos los días si me fuera posible, Soco. Para así de alguna forma remunerar todo lo hermoso que nos regalas y compartes. Lo disfruté inmensamente. Un gran abrazo y muchos besos.
ResponderEliminarEs una hermosa historia. Desamor, pero llena de ternura y poesía.
ResponderEliminarMe ha encantado y emocionado.
Este precioso relato me hace pensar en lo poquito que necesitamos para renacer de nosotros mismos. Tan sólo (que no es poco) el saber que para alguien somos algo puede servir.
ResponderEliminarTan simple y tan complicado como eso. Difícil de conseguir en este mundo en que vivimos, súpertecnológico, sí, pero donde la comunicación verdadera, la de "tú a tú" y la sencillez de un gesto parecen no tener suficiente cabida.
Bello. Sencillo y bello. Tierno y cierto, como se muestra la vida a veces.
Gracias y un saludo.
PD. Me gusta pensar que aún se escriben cartas a mano, que se siguen acompañando de notas las flores.
Hola abuela!! Original y bonito cuento como siempre. Con la intriga que tanto nos gusta...jaja
ResponderEliminarTe escribi un mail hace unos dias pero supongo que no habras tenido ocasion de leerlo. A ver si pronto puedes volver a conectarte y hablamos un poco. un beso
Me hiciste sonreír y alegrar la tarde; este relato es como el regalo del clavel,
ResponderEliminarun ramillete de vida. Gracias.
Besos.
Creible, tierno, hermoso. escrito con naturalidad y sencillez. Que te atrapa y te cautiva.
ResponderEliminarCariños. Su
Poderoso ese clavel
ResponderEliminarque cambiò la tristeza
en alegrìa,
aunque el lector
se haya quedado "escamado"
por no saber quien lo envìa...
Hermoso relato
abrazos
Bello relato, con todos los atributos para ser también bueno.
ResponderEliminarY ya te dije, se nota que eres poeta.
Abrazo. Javier
Un emocionante y hermoso relato, me ha encantado leerlo.
ResponderEliminarPor cierto leo en los comentarios de la entrada anterior que has ganado un premio de poesía, ¿Ha sido ahora? ¿dónde?
Me alegro de verdad y te felicito.
Sara
Sí, Sara. me han dado un premio en el Ayuntamiento de Lasarte, una ciudad que tú conoces, creo.
ResponderEliminarPuedes leerlo en la entrada de hoy.
Besos
El poder de lo sencillo, el gesto escaso pero nítido que llega, germina y florece. Me ha enternecido, mi querida poeta vasca.
ResponderEliminarBesos y flores.
Muy bueno, Soco. Felicitaciones por el premio. Lo mereces: tú persona, tu sensibilidad y tu arte. BESOS DESDE CASTELAR, BS. AS.
ResponderEliminarUna hermosura de relato que nos devuelve la esperanza.
ResponderEliminarMe gusta mucho al tratamiento del personaje del narrador, el joven, recadista, está muy bien trabajado.
ResponderEliminarEs un relato creible, muy poético y bien resuelto.
Luis