domingo, 17 de julio de 2011
EL RELATO DEL MES : JORNALEROS
****** Es posible que un día
el hombre sea hombre,
solamente,
no una cuenta corriente.
Y pueda abrir el corazón
sin aspirar a más, que a ser feliz,
Y abrazar a la noche,
al campo, a los ríos,
con los ojos tranquilos
y con las manos limpias...
*******Caía un sol rabioso, derretido, sobre la carretera, apenas arbolada en algunos tramos.
Sobre unas piedras del borde, sentados, mejor diría tirados, dos hombres tostados de intemperies, hacían señas a cuanto automovil pasaba. El gesto era maquinal - tantas veces repetido - y la reacción ante el resultado, ya también maquinal: un leve encogimiento de hombros, una apenas insinuada sonrisa irónica?, triste?, angustiada?...
Nuestro coche se detuvo. De un salto se levantaron y se acercó el que parecía mas joven : Van camino a Barcelona?
Pues no, sólo seguimos derecho unos veinte kilómetros, pero podemos acercarlos a una gasolinera. Allí será mucho mas fácil conseguir quien los lleve.
Bien, muchas gracias. Recogieron sus atados de ropa y entraron ambos con una sonrisa tímida, casi avergonzada... El sudor corría a chorros por sus rostros curtidos de hombres fuertes.
Perdonen que molestemos, habló uno, Vamos sucios, pero es que llevamos horas de viaje, y con este calor y el polvo del camino...
No, no es nada. No se preocupen, por favor. De dónde vienen? Y bueno, van a Barcelona no?.
Venimos de Andalucía, de Sevilla. Allí estábamos sin trabajo y vamos a probar suerte en Barcelona.
Es que no hay trabajo en Andalucía?
Muy poco. En cuanto termina el de la aceituna, ya es casi nada, lo que se puede hacer.
Y nosotros necesitamos un jornal seguro, intervino el otro, que había permanecido callado. tenemos hijos pequeños - su voz se iba haciendo ronca - y también tenemos
brazos fuertes, y ganas de trabajar... Si los señoritos de nuestra tierra emplearan su dinero en crear puestos de trabajo, en lugar de almacenarlo en los bancos, sería otra cosa... Sabe? A los andaluces nos gusta vivir en Andalucía.
Mientras ellos hablaban, yo pensaba en lo injusta que es la vida con tantas y tantas personas... No, no hay derecho de privar a un hombre de trabajar y vivir en su tierra. En el lugar en que nació y que ama. Y me sentí avergonzada de formar parte de una sociedad que margina a los mas débiles, a los mas necesitados. Que es insensible e insolidaria. Me sentí culpable de vivir en un mundo que obliga a los campesinos a dejar su medio rural, sus campos, sus limpias madrugadas, para encerrarse tal vez, en un monstruo industrial, donde el óxido del progreso muerde y corroe la piel, donde la polución, borra el azul del cielo y marchita las vidas.
Me sentí responsable de participar - de algún modo, todos lo hacemos - en un mundo de apariencias, en el que el brillo del dinero, eclipsa un sin fin de valores. En el que el bienestar de unos pocos, se impone con arrogancia, sobre el malestar de una mayoría. Un mundo en el que no somos nada, o casi nada: un automóvil, una televisión, un número de cuenta bancaria... Y, donde apretamos el acelerador, cuando alguien nos pide subir a nuestro coche; sobre todo si ese alguien, va mal vestido y lleva por todo equipaje, un sucio atado de ropa.
Llegamos a la gasolinera. Cruzaron de prisa y se perdieron entre los camiones que se alineaban a la sombra.
El sol, compasivo, se encerró entre unas nubes. Tal vez, refresque, comente, tratando de ahuyentar mis pensamientos.
*************** Verano, hace unos cuantos años.
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Un relato estupendo, Soco.
ResponderEliminarLa verdad es que yo no me atrevería a montar aningún desconocido en mi coche. Eres una bella persona, además de escribir como los ángeles.
Un abrazo.
Claro Laura, lo entiendo.
ResponderEliminarEste relato, casualmente es real; ocurrió tal como lo cuento y yo no iba sola.
Gracias y muchos besos
Es un relato magníficamente escrito. Muy de tí. Naturalidad, sencillez, belleza, poesía... Y realismo al cien por cien ,por lo que leo.
ResponderEliminarTe felicito.
El poema con el que introduces, hermoso
El espejo de la vida misma, un cuadro de las distancias, de las penas, de las desigualdades, de la necesidad... y también de la solidaridad
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra encontarte en ese relato reflexión, que en estos tiempos sería complicado hacer realidad (por desgracia)
ResponderEliminarEs un placer estar aquí, Soco. Te dejo un abrazo enorme.
El poema es un delicioso deseo y el relato una triste y desgarradora realidad.
ResponderEliminarEs un verdadero encanto leerte, querida Soco.
estimada María el relato es genial y el fondo del relato más aún, que razón tienes.
ResponderEliminarUn abrazo y un placer leerte
Esos andaluces que vivirán ahora en Cataluña nunca serán de los que nieguen el pan a los inmigrantes (eso espero). Ojalá nadie, nunca tuviera que abandonar su tierra.
ResponderEliminarMe gustan la solidaridad y la humanidad que desprende tu relato. Y el poema que lo encabeza. En un mundo en el que los valores cada vez se encuentran más menguantes, leer tu historia resulta reconfortante. Y conmovedor. Te mando un inmenso abrazo.
ResponderEliminar"sin aspirar a mas, que ser feliz"...
ResponderEliminarque al final, es lo único que cuenta en la vida.
Poema y relato que se complementan y remueven sentimientos.
Gracias, siempre.
felicitaciones un buen relato has plasmado
ResponderEliminarpor los campos aún las personas tienen trasparencia en la mirada
no así en las ciudades, el smog les contamina más allá de lo aparente
besitos y feliz semana
"Y abrazar a la noche
ResponderEliminaral campo, a los ríos,
con los ojos tranquilos
y con las manos limpias"... Un hermoso sueño.
Y conmovedor relato.
¡Y todos somos culpables! -De alguna manera- De eso no hay ninguna duda, la masa elige mal a los representantes políticos, (y sin generalizar) los padres no tienen tiempo para los chicos, los docentes van a cumplir por un sueldo, industriales corruptos, en fin... Pero tú eres poeta, y deploras que nuestros jornaleros dejen su tierra y vayan a los cascos urbanos a hacerle el juego a la miseria y la inseguridad. Un abrazo.
ResponderEliminarPues sí...nos gusta Andalucía a los andaluces (como a casi todos su tierra...lo digo en referencia a tu texto). Y sí, este relato tiene la misma validez hace sesenta años o ayer mismo. Aunque a veces no lo parezca y pensemos que estamos mejor.
ResponderEliminarBesos, de los cuatro.
Bello y sugerente poema para introducir un texto de lacerante realidad.
ResponderEliminarTe lleno de besos.
Está muy bien los avances de la ciencia y de la tecnología. ¿ pero que se hace con la masa de hombres que necesitan un trabajo con un sueldo para vivir?...
ResponderEliminarSaludos
Hola, Socorro:
ResponderEliminarEs injusto pero real y palpable, yo mismo lo he vivido y sufrido en carne propia.
Abrazos.
Ojalá esos hombres no sean cuentas corrientes. Ojalá consigan lo que todos deseamos. Me ha encantado el poemita y el relato, que dados los tiempos que corren, es una lección. Ya sé que fue hace algunos años, pero lo sigue siendo.
ResponderEliminarBesos con el corazón abierto.
Cierto, no somos casi nada: un coche una tele, una cuenta en el banco... y parece que nuestra vida gira solo en torno a eso.
ResponderEliminarUn relato para la reflexión. Muxus
Cuánto ha rifado el mundo las almas de sus pobres trabajadores.
ResponderEliminarQué poco cotiza en bolsa el honor de las personas de bien.
Maravilloso, crítico y dulcísimo a la vez , SOCO
Besohastatuvera
SIL
Si..si, de veras que si...¿poquè abandonar la tierra que los viò nacer? Por las injusticias que nos pueblan, las corruptelas, los sistemas "globalizadores" que han traìdo hambre a millones de personas en el mundo...
ResponderEliminar¡Precioso!, pero eso no me sorpende habiendo salido de tu pluma
abrazos
Precioso y entrañable. Es triste tener que dejar la familia y el lugar que amas y tener que buscar tal vez otro país, para poder sobrevivir.
ResponderEliminarMe encanta tu manera de contar.
Abrazo
Pues ahora es real y puede que peor.
ResponderEliminarTriste, sé lo que es eso y como una familia se puede desgajar por las separaciones.
Un abrazo, mi querida Soco.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar(Repitiendo, por acelerada:)
ResponderEliminarÉsta es la eterna canción, Soco. Zonas deprimidas exportando deprimidos (económicante). Pero qué curioso lo que ocurre: cuánto más deprimida la tierra, más ricos algunos. Extrapolando: cuanta más crisis, más riqueza a buen recaudo en paraísos fiscales. Entretanto, en cualquier parte del mundo, y que sepamos muy bien en España, los políticos, ese puente colgante entre la banca y los curritos, se forra también todo lo que puede. Y cuando no es tan evidente la fechoría, resulta que un partido político es, en definitiva, una empresa que tiene que ocupar ventajosamente a sus 'trabajadores". Y que se me perdone el eufemismo. Siento el mitin, pero es que ando 'mu enrabiá' con estos tíos.
Soco, sigo hacia abajo para ponerme al día. Que ando de pena, penita, pena con mis cosas.
Es precioso y muy real, querida Soco y a mí que tengo a toda mi familia del Sur, me conmueve especialmente. Ojala cada uno pudiese vivir donde desea, sin necesidad de tener que mudarse de lugar para ganarse el pan.
ResponderEliminarBesos y hasta pronto
Me acuerdo cuando hacía auto stop y todos paraban. Ahora nadie lo hace, saben que nadie se detendría. El progreso es vivir deprisa. Un buen relato.
ResponderEliminarUn beso
Conmovedor.Y nada de ficción por lo que leo.
ResponderEliminarOjalá el sueño del poema se llegara a cumplir.
Besos.
Muchísimas gracias a todos por vuestra compañía y complicidad.
ResponderEliminarMil besos.