martes, 30 de junio de 2009

ESCAPAR AL MUNDO DE LOS RECUERDOS




...Y podría hablar
de mi casa de entonces,
una casa de madera
y de piedra.

De las losas azules del patio.
De la dulzura inclinada
de la higuera.

Podría hablar
de mi madre
regando los malvones
y cantando,
con una voz de agua
y de rumor de viento.

De mi hermano mayor,
que me enseñó
a vivir fantasías.

Podría hablar
de las noches de contar
historias,
con la luna en el patio,
toda entera.

De las mañanas de verano,
con el sol
todavía bostezando,
y ovejitas
saltando por el cielo
con pijama de rizos.

Podría hablar
de cuando naufragó
un cometa,
en el agua tranquila
del estamque.

Podría hablar...

Sólo tengo que abrir,
ese buzón lejano
de la infancia.


domingo, 14 de junio de 2009

EL RELATO DEL MES : GUARANÍES ; ÚLTIMOS ESCLAVOS DEL SIGLO XXI



PACHA MAMA

Choguí, indiecito guaraní, persigue una enorme mariposa de vibrantes colores. Siguiendo sus mágicas evoluciones, corre tras ella sorteando las grandes cabañas comunales. Atraviesa el poblado, se interna en la selva y se pierde entre la tupida vegetación.
Va cayendo la tarde. Su madre angustiada lo busca inútilmente por el poblado. Temerosa, entra en la selva. !Choguí!....!Choguí!...!Choguí!... Solamente responden los gritos de los animales salvajes. Y ella sigue abriéndose paso entre la maraña virgen que hiere despiadada su piel desnuda.

! Préstame tus alas pájaro!... Y el buen Dios Ñamandú oye su ruego : convertida en un hermoso pájaro, escudriña volando la intransitable vegetación, hasta encontrar al niño dormido bajo un árbol. Las fieras merodean a su alrededor.
!Choguí!...! Choguí!...grita con todas sus fuerzas hasta atraer la atención de la gente que ha salido tras ella. El niño es rescatado y devuelto al poblado.
Pero la madre, transformada en un gran pájaro de llamativos colores, queda para siempre en la selva.

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La historia de los guaraníes, es el relato de numerosas y bellas leyendas.Y de sucesivas e incontables derrotas.
Ocupaban toda la zona central y meridional de Sudamérica, desde los Andes a la costa Atlántica; desde las Guayanas, hasta la región del Río de la Plata. Un lugar quimérico de selvas, arroyuelos y quebradas, donde la tierra para ellos era la vida, la madre : La Pacha Mama.

Vivían en malocas, cabañas comunales, en torno a un punto central o plaza, donde se reunían en sus numerosas fiestas para cantar, bailar, y sobre todo, para contarse sus sueños.
Solían ir desnudos, pero muy adornados. Dormían en hamacas, tejidas por las mujeres en sencillos telares. Cazaban y pescaban. Y mascaban el maíz - avati- para producir la chicha, su bebida mágica.
La aldea, taba, estaba dirigida por un gran jefe político: Mburunvichá, que organizaba el trabajo y distribuía los bienes de consumo equitativamente. Pues en la sociedad guaraní, no existía el concepto de propiedad privada. Todo lo que se cosechaba, se cazaba y se pescaba, se distribuía de forma solidaria.

Su religiosidad es profundamente espiritual. Sus dioses son concebidos como entidades invisibles que se manifiestan en la plenitud de la naturaleza : el trueno, la lluvia...pero nunca en imágenes materiales. De ahí, que no posean templos ni ídolos.
Ñamandú, es su gran Dios bondadoso, padre de todos los hombres, dador de la vida y de todo el Orden Universal. Añá es el dios que representa el Mal, las catástrofes naturales, las enfermedades...
Creen en la continuidad de la vida después de la muerte. Rinden culto a los antepasados con ofrendas y fiestas en su honor. Y los espíritus, a su vez, los protegen y los ayudan, enviándoles las lluvias y las buenas cosechas....

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Pero esa vida, idílica y pacífica, va a cambiar bruscamente. La conquista de los portugueses, origina las primeras rebeliones de los guaraníes. Rebeliones que son, una tras otra, sangrientamente sofocadas.
Luego son arrojados violéntamente de sus tierras, por el acoso de los españoles. Pierden sus chacos, sus tierras de cultivo y se van convirtiendo en peones de los invasores.
Los misioneros jesuitas logran al fin, pacificarlos. Fundan para ellos misiones, verdaderas ciudades con un nivel social bastante avanzado.
Pero la expulsión de los jesuitas, da paso a un nuevo proceso de decadencia del pueblo guaraní, que va reduciendo considerablemente su número; hoy sólo unos cuantos millares.
Ahora, en su mayor parte, viven en reservas, en algunos estados de Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina Y Bolivia.
Sin embargo, en algunos de estos lugares, sobre todo al Noroeste de Bolivia, allí y ahora, muchas familias de estos indígenas, viven en condiciones de auténtica servidumbre, sin los más elementales derechos de libertad, educación y sanidad... Se puede decir que estos grupos de guaraníes, son los últimos esclavos del Siglo XXI.

Apenas treinta y pocos caciques, son los dueños absolutos de sus tierras y de sus vidas: Los hombres trabajan de sol a sol los campos, cuidan los ganados y siguen a sus amos dondequiera que vayan. A los niños, se los utiliza como espantapájaros. y a las mujeres, como "incondicionales" sirvientas.


A pesar de todo, estos indios han sido capaces de no olvidar, y aún conservar sus raíces y sus costumbres y tradiciones. Y reivindican el derecho sobre su antigua tierra ; La Pacha Mama, a la que aman, respetan y no agreden nunca. Tierra que seguirán reclamando, hasta que se les restituya.

Y cuando esto ocurra, volverán a sus antiguas costumbres, a sus malocas comunales, a sus tabas...Volverán a cuidar de sus niños, algo muy especial para ellos. Volverán a pedir permiso a su Dios Ñamandú cada vez que necesiten talar un árbol o cultivar una nueva parcela. Recuperarán sus fiestas, donde cantarán, bailarán, y se contarán sus sueños... Y beberán alegres la chicha, su bebida mágica.
Las mujeres, ahora, con faldas multicolores. Los hombres, con sombreros de ala ancha.