Me gustan
estas mañanas tibias
de setiembre
de boina gris
y olor a tierra madre,
con sirimiri y todo.
La quietud casi mística
de los atardeceres.
Y en las noches
de luna entrometida,
pasear por la orilla del mar.
Contemplar a lo lejos
las luces vacilantes de Urgull
que parecen estrellas caídas.
Me gusta
despeinar tu pelo
con mis dedos
y quedarme en silencio
quietecita
escuchando el mensaje del agua
y tal vez
la sirena lejana de un barco.
Volver en autobús
cuando la lluvia
deletrea tu nombre en los cristales.
desordenar mi corazón
y mis cabellos ,
con tu aliento cerquita de mi piel.
Y caminar sin prisa
por calles de nostálgicas farolas,
hasta el amanecer...