Ojos brillantes.
Pelo de rizos
y el color del carbón.
-Hoy cumple ocho años
pero él no lo sabe-
Timmy,
negrito desteñido,
sale de su refugio,
un viejo galpón
con el techo de estrellas,
y cruzando
el largo puente de hierro,
entra, en la gran ciudad
de rascacielos.
Es domingo.
Gente muy educada
y con el alma limpia,
sale de la Iglesia.
Y Timmy
extiende su manita,
donde van cayendo monedas
y algún que otro billetito,
azul o rojo,
que alegran sus ojitos
de buen niño...
Cuando el atardecer
se vuelve malva,
regresa a casa -un decir-
silbando
y siguiendo el ritmo con los pies...
pues, a pesar de todo,
aún le late,
un corazón de pajarillo.
Y se siente un Rey Mago,
al volcar los bolsillos
ante mamá
y los hermanos chicos.
Luego, como cada noche,
se va a dormir
al viejo galpón abandonado
con el techo de estrellas.
Y Timmy, negrito desteñido
que hoy ha cumplido ocho años
-aunque él no lo sabe-
cierra los ojitos cansados...