A veces, el poema,
como un saxo olvidado
en un rincón oscuro,
es triste y desolado
como chiquillo huérfano.
Y se queda escondido...
A veces vuela alto
rebelde,
desafiando al viento
y se atreve,
a ser águila o cóndor.
O se acerca al pasado
-a ese tiempo sin tiempo
de la infancia-.
A veces,
se presume bohemio,
vagabundo a pié,
por caminos inciertos.
O es poema cristal
que ve caer
la lluvia sobre el pasto,
y asomar al alba sobre el mar.
Que escucha el ruido de la calle
y del silencio.
Y las notas de un solo de saxo
que llega con el viento
arrastrando al amor
y a la ternura...
Y tal vez al dolor.
A veces es luciérnaga,
temblando luz efímera,
Y a veces,
se viste de utopía...
Y es poema con frac y pajarita.
Y con un clavel en el ojal.