****** Es posible que un día
el hombre sea hombre,
solamente,
no una cuenta corriente.
Y pueda abrir el corazón
sin aspirar a más, que a ser feliz,
Y abrazar a la noche,
al campo, a los ríos,
con los ojos tranquilos
y con las manos limpias...
*******Caía un sol rabioso, derretido, sobre la carretera, apenas arbolada en algunos tramos.
Sobre unas piedras del borde, sentados, mejor diría tirados, dos hombres tostados de intemperies, hacían señas a cuanto automovil pasaba. El gesto era maquinal - tantas veces repetido - y la reacción ante el resultado, ya también maquinal: un leve encogimiento de hombros, una apenas insinuada sonrisa irónica?, triste?, angustiada?...
Nuestro coche se detuvo. De un salto se levantaron y se acercó el que parecía mas joven : Van camino a Barcelona?
Pues no, sólo seguimos derecho unos veinte kilómetros, pero podemos acercarlos a una gasolinera. Allí será mucho mas fácil conseguir quien los lleve.
Bien, muchas gracias. Recogieron sus atados de ropa y entraron ambos con una sonrisa tímida, casi avergonzada... El sudor corría a chorros por sus rostros curtidos de hombres fuertes.
Perdonen que molestemos, habló uno, Vamos sucios, pero es que llevamos horas de viaje, y con este calor y el polvo del camino...
No, no es nada. No se preocupen, por favor. De dónde vienen? Y bueno, van a Barcelona no?.
Venimos de Andalucía, de Sevilla. Allí estábamos sin trabajo y vamos a probar suerte en Barcelona.
Es que no hay trabajo en Andalucía?
Muy poco. En cuanto termina el de la aceituna, ya es casi nada, lo que se puede hacer.
Y nosotros necesitamos un jornal seguro, intervino el otro, que había permanecido callado. tenemos hijos pequeños - su voz se iba haciendo ronca - y también tenemos
brazos fuertes, y ganas de trabajar... Si los señoritos de nuestra tierra emplearan su dinero en crear puestos de trabajo, en lugar de almacenarlo en los bancos, sería otra cosa... Sabe? A los andaluces nos gusta vivir en Andalucía.
Mientras ellos hablaban, yo pensaba en lo injusta que es la vida con tantas y tantas personas... No, no hay derecho de privar a un hombre de trabajar y vivir en su tierra. En el lugar en que nació y que ama. Y me sentí avergonzada de formar parte de una sociedad que margina a los mas débiles, a los mas necesitados. Que es insensible e insolidaria. Me sentí culpable de vivir en un mundo que obliga a los campesinos a dejar su medio rural, sus campos, sus limpias madrugadas, para encerrarse tal vez, en un monstruo industrial, donde el óxido del progreso muerde y corroe la piel, donde la polución, borra el azul del cielo y marchita las vidas.
Me sentí responsable de participar - de algún modo, todos lo hacemos - en un mundo de apariencias, en el que el brillo del dinero, eclipsa un sin fin de valores. En el que el bienestar de unos pocos, se impone con arrogancia, sobre el malestar de una mayoría. Un mundo en el que no somos nada, o casi nada: un automóvil, una televisión, un número de cuenta bancaria... Y, donde apretamos el acelerador, cuando alguien nos pide subir a nuestro coche; sobre todo si ese alguien, va mal vestido y lleva por todo equipaje, un sucio atado de ropa.
Llegamos a la gasolinera. Cruzaron de prisa y se perdieron entre los camiones que se alineaban a la sombra.
El sol, compasivo, se encerró entre unas nubes. Tal vez, refresque, comente, tratando de ahuyentar mis pensamientos.
*************** Verano, hace unos cuantos años.