Todo funcional en la cocina.
Los cubiertos respiran tranquilos.
Los grifos están mudos.
No hay restos de cal
en el lavavajillas.
Y la vitrcerámica reluce
casi,
como en un anuncio de Balay.
Botes de cristal en los armarios.
Pastas inglesas
y otras, con menos pedigrí,
se ajustan al espacio
en los estantes.
Ya en la mesa,
las tostadas crujientes y el café,
susurran cotidianas aventuras.
Hay calidez de sol en la terraza.
En el jardín,
las hojas del otoño son cometas
en busca de algún sueño perdido.
Subo el volumen de la música.
Detrás del frigorífico,
veo asomar,
la sonrisa total de Frank Sinatra
y me siento volar...
Tomaré un té,
cargado de recuerdos - me digo -