El aguacero vence al día.
Va avanzando veloz
-encontró esa bici en la basura-
bajo nubes con forma de unicornio
y animales de fábula.
Quiere correr, correr...
Su piel arropada por la niebla
y la lluvia pegada
a sus sueños infantiles.
Correr...
-el desamparo azul en su mirada-
entre árboles dormidos
anestesiados por agujas de hielo.
Hoy,
que el aguacero vence al día.
Hoy, dueño del parque,
porque llueve,
y otros niños no salen,
se sube a los columpios,
se desliza por toboganes rojos,
vedados para él, en los días de sol.
Y entre nubes opacas
de una ciudad que no lo quiere,
su infancia se diluye
en sueños imposibles.