
Apenas te conocí
lo supe,
y te puse en la agenda
de asuntos importantes.
Por que no podía
dejar de mirarte.
Por tus manos claras.
Por tus ojos,
donde anidaban pájaros
insomnes.
Me enamoré
primero de a poquito,
cuando hablar de libros
era sólo el pretexto.
Y luego
mucho más de prisa,
cuando llegaba el jueves
e íbamos al cine,
o a caminar sin rumbo.
Por que amabas
la música de jazz
y las tardes de tango.
Por tu universo
de irrealidades.
Me enamoré en la lluvia
bajo tu gabardina,
eligiendo libros y corbatas.
En lo alto de la Quebrada
apagando las luces,
para ver la quietud de la luna
y la Estrella del Sur.
Por que siempre era otoño
y las tardes tenían
sabor azul a luz y luna.
Y en medio del sofá,
sobraba espacio