jueves, 28 de marzo de 2013
Relato : En un lugar de la infancia
*********** Primera parte
Recuerdo un caserón de paredes de piedra y balcones de hierro. Recuerdo un patio de losas azules, donde mi madre cantaba regando los malvones y las azaleas con esa voz de agua y de rumor de viento. Recuerdo la plaza con una fuente y un prado de hierba reluciente. Y el perfil de una sencilla estación de ferrocarril, que se recortaba sobre un cielo siempre luminoso.
Cierro los ojos. Evoco los mágicos lugares adonde me llevaban mis viajes de fantasía. En el prado, veo margaritas, campánulas y amapolas. Y escucho el murmullo del agua de la fuente...
A ese paisaje vuelvo, cuando la nostalgia.
Teníamos algunas gallinas que correteaban por el patio y saltaban la valla para picotear en el prado. Me gustaba darles la comida y solía ponerles nombres: la dormilona, la atrevida, la chismosa...
De tanto en tanto, una camada de pollitos rompía el cascarón y una nube de bolitas amarillas, blancas, negras... se movía por todas partes siguiendo a la orgullosa mamá gallina.
Esa vez, la que estaba empollando murió y los pollitos que acababan de nacer, se apiñaban unos contra otros, sin atinar a donde cobijarse.
Pablo dijo que los animalitos recién nacidos, siguen lo primero que ven moverse y yo entusiasmada, quise hacer la prueba. Resultó y durante semanas, un miniejército saltarín, corría tras de mi por todo el patio.
Aquella tarde jugué en el prado con otros niños. Después fuimos a la estación a esperar el tren de las seis. Nos gustaba saludar con la mano a los pasajeros, que nos sonreían tras las ventanillas.
Recordé de pronto que no había dado de comer a los pollitos y corrí a casa.
Pi, pi, pi...y acudieron en tropel a picotear los granos de trigo que había esparcido en el suelo. Y entonces, al dar un paso atrás, escuché un pío lastimero, al tiempo que notaba que algo se quebraba bajo mi pie. Era un pollito negro. Y lo vi allí, tirado, moviéndose apenas... Lo recogí del suelo y quise reanimarlo. pero se apagó en mi mano como una débil llamita.
Sentada al borde de la fuente, lloré y lloré, con el pequeño cuerpecito inerte contra mi pecho. Lloraba al mirar sus ojos redondos, abiertos y sin luz, al sentir en mis manos sus patitas heladas. Lloraba al contemplar cara a cara a la muerte.
Un año antes, cuando unos hombres se llevaron a Miguel, yo no alcanzaba a comprender, que ya no volvería a jugar conmigo ni a llevarme cabalgando sobre sus hombros, y durante bastante tiempo, esperaba cada día su regreso. Volverá cuando tenga hambre, pensaba. Y por la tarde, tiraba de la mano de Pablo, para que me llevara a la estación.
Vendrá hoy? Di, Pablo, vendrá?
Ya no volverá, Nena, Miguel está muerto.
Y que es estar muerto?
Es estar callado y quieto y frío... Es no pensar, ni sentir... Es ir a un lugar, de donde nunca, nunca, se vuelve.
Pero, volverá cuando tenga hambre?
Que no, pequeña, que Miguel ya no puede volver nunca, porque está muerto. No lo entiendes?...
Y así Pablo, con la paciencia y ternura de hermano cuatro años mayor, me había hecho comprender, poquito a poquito, el significado de estar muerto.
Ahora, con el pollito helado en mis manos, lloraba porque ya sabía que como Miguel, no volvería jamás a estar conmigo.
*********** continuará.
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Preciosa triste historia.
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ResponderEliminarSoco, Soco, qué maravilla.
Haces vivir el relato. Me ha conmocionado por lo auténtico.
Espero pronto la continuación, aunque esta parte ya es una historia, de una tristeza y de una ternura infinita.
Enhorabuena.
lleno de nostalgia este relato Socorro
ResponderEliminarno sé porque lo asocié a los tiempos de Franco
en fin , abrazos y feliz fin de semana
ResponderEliminarTremendamente triste y hermoso. Un hecho real o solo ficción?...
De veras, me ha dejado hecha jirones, pero qué bien contado.
Un abrazo muy grande y primaveral
ResponderEliminarSusana, nunca fue tan real ni tan propio. Aún ahora, después de tantísimo tiempo, no puedo explicar todo lo que sentí.
Elisa, no te equivocas; de aquellos tiempos...
Quiero el original..."Con esa voz de agua y rumor de viento" que maravilla. Por dios (siendo yo no creyente) NO ES PELOTEO. Me encanta tu prosa. Muxu ta muxu
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ResponderEliminarBuen relato. A pesar de la enorme tristeza, hay tanta poesía, que te delata.
Otro abrazo más.
Qué precisa descripción de la muerte has hecho, SOCO.
ResponderEliminarLos nenes aprenden a enfrentarla con la ida de los animales, dicen...
Nadie aprende a enfrentarla del todo.
Esperamos la continuación.
Abrazograndeybesoigual
SIL
Te comentan que es una historia triste, yo no la pienso triste, la pienso como lo que tenemos entre las manos.
ResponderEliminarBesos Socorro.
ResponderEliminarLa inocencia frente al misterio de la muerte.
Trágicamente hermoso.
Más besos.
Gracias por compartir esos recuerdos.
ResponderEliminarBesos.
¡Ay esos recuerdos que son el balaustre de tanto...
ResponderEliminarLa verdad que es necesario reponer fuerzas de lo aprendido-vivido para remontar momentos presentes. Amiga Soco: pienso que ejercitar estos instantes son como esa catarsis que nos imponemos para seguir adelante. Bello y reparador amiga mía.
Biquiños,
Rosa María Milleiro
http://poemas-rosamariamilleiro.blogspot.com.es
FELICES PASCUAS...SOCO. ABRAZO AMIGO.
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ResponderEliminarExcelente narración, que te amarra y no te suelta. El diálogo una maravilla.
Siempre es un lujo llegar hasta aquí.
Ana.
Encantadora tu historia.
ResponderEliminarQué seas feliz en estos días que quedan de la Semana Santa.
Un beso
te dejo abrazo grande querida Socorro, generaciones hay que nada dicen todo se lo guardan y es una herida que necesita exorcizarse
ResponderEliminarLa primera parte del relato me ha recordado unos versos del denostado j Ramón J.
ResponderEliminarCuando yo era niñodiós,
era Moguer, este pueblo,
una blanca maravilla;
la luz con el tiempo dentro.
La segunda parte me ha recordado cuando dejé de ser niñodiós y mi Pueblo dejó de ser una blanca maravilla. Menos mal, que con tus palabras, leyéndote, veo resquicios de luz con el tiempo dentro…
Un abrazo, Soco
ResponderEliminarEstoy emocionada no se decir otra cosa.
Mi abrazo de este sábado está mojado con lágrimas.
Inés
ResponderEliminar" A ese paisaje vuelvo cuando la nostalgia"...
Esos paisajes y esas vivencias que quedan en la memoria para toda la vida.
Abrazo enorme
Es triste cuando comprendemos la muerte tanto como cuando se nos va un ser querido. Es hermosa y llena de nostalgia. Me quedo con un verso que me parece de mucha ternura y lucidez
ResponderEliminarCon esa voz de agua y rumor de viento.
Un beso
Mi querida Soco, me pasó algo parecido con un pajarillo. No recuerdo cómo cayó de un nido que estábamos mirando y al dar un paso atrás lo pisé sin querer. Aún me veo, en el jardincillo, al pie de la azotea, llorando sin consuelo.
ResponderEliminarUn abrazo, cielo de chiquilla.
ResponderEliminarAdoro tu ternura, tu manera de escribir, sea relato o poesía -creo que todo es poesía-... Como sabes vestir todo de magia.
Gracias y cariños.
ResponderEliminarEnhorabuena por este precioso relato.
Por su atmósfera de sinceridad y su enorme carga emotiva.
Siempre Soco, siempre.
Mi felicitación querida amiga. Hoy tu relato tierno, evocador y lleno de nostalgia. Maravillas inocencia la de la niños.
ResponderEliminarEspero el próximo capítulo.
Un cálido abrazo
ResponderEliminarMuchas, muchas gracias a todos, por ser tan generosos con mis "trabajos".
Os quiero mucho.
ResponderEliminarVuelvo a leer tu relato y me gusta aún más.
Espero la continuación. Gracias.
ResponderEliminarQué maravilloso relato.
Un diez, también como narradora.
Saludos