jueves, 6 de agosto de 2015
Relato : Mi pequeño primer poema
Te acuerdas?
Tenías entonces siete años y medio y convalecías de una grave enfermedad. Eras un niño alegre y responsable, con una gran imaginación y sensibilidad.
Aquel fin de semana, Sara y Ruben nos invitaron a pasar dos días en su velero. Iríamos por el delta del Tigre, en la desembocadura del Rio de la Plata. - "ya verás que bien le sienta a Pablito el aire del mar"-, había dicho Sara.
Tú estabas pálido y flacucho, pero la idea te entusiasmó. Puedo llevar la guitarra? Y la caña de pescar? Preparamos todo. Gustavo, con sus apenas seis años, quiso llevar su bombo indio y sus soldaditos. Y así, cargados, como si de una gran travesía se tratara, llegamos al puerto para embarcar.
El primer día navegamos por el laberinto de canales que forman el delta.
Ruben y tú intentabais pescar. A veces conseguías sacar algún pequeño pez, pero enseguida sentías pena y lo arrojabas de nuevo al agua. Nosotras charlábamos al sol, en cubierta y Gustavo jugaba, apasionado como siempre, con su colección de soldados e indios.
Al atardecer, con las velas izadas, enfilamos mar adentro. Era una delicia sentir la brisa marina sobre el rostro, mientras el crepúsculo duplicaba todo su esplendor sobre las aguas quietas.
Anclamos lejos de la costa. Después de cenar las ricas empanadas criollas que había preparado la abuela, comer fruta y beber un gran vaso de leche -yo estaba asombrada de vuestro apetito- salimos a cubierta.
La noche era impresionante: arriba la bóveda del cielo insondable, abajo, la inmensidad abismal del mar, sereno, como dormido en su vaivén...
Hacemos un concierto?
Tocabas la guitarra. Gus, seguía como podía el ritmo con su enorme tambor indio. Y todos cantamos. La samba de mi esperanza, la Canción del arriero y un extenso repertorio de temas infantiles: El mundo al revés. El brujito de Gulugú, El jacarandá... nunca tuvieron un auditorio tan selecto y multitudinario: millones de estrellas rutilantes y una inmensa luna de plata, que parecía que iba a descender de un momento a otro sobre el agua.
Cuando llevé al pequeño Gus al camarote, tú emocionado, seguías aún mirando el cielo, con un brillo especial en tus ojos : "mamá, cuando sea grande, quiero ser marinero"...
Luego, mientras te dormías, escribí algo para ti. Así nació, mar adentro, mi primer poema. Pequeño y sencillo como tú. Lo recuerdas?...
Tengo un barco velero / con la quilla ligera /
y velas de ilusión.
En mi barco de vela / surcaré el ancho mar /
con pasaje de estrellas / El viento, el capitán.
Y en lejanos paisajes / de palmeras y sol /
descansaré sin prisa... Y volveré a zarpar.
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Una belleza de relato en el que los recuerdos mas entrañables se dan cita bajo la noche estrellada junto a la ternura de los niños…
ResponderEliminarMuy bonito Soco.
Un cálido abrazo
Bello motivo el que te inspiró tu primer poema... los recuerdos quedaron guardados en cada uno de los versos.
ResponderEliminarAbrazos.
Una remembranza muy interesante cerrada con un bello poema.
ResponderEliminarSaludos
Ves, memoria mía, cómo no le sirvió ka quilla al barco
ResponderEliminar"antes de causar zozobra?
¿ves el final confundidi de principio...?
Precioso, Soco
Besos
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ResponderEliminarSi, precioso relato, precioso primer poema, precioso y entrañable recuerdo.
Eres pura poesía, Soco. T Q.
Pequeño y gran poema. Vale la divina paradoja.
ResponderEliminarBesosybesos.
Bonito relato y recuerdo, Soco...
ResponderEliminarCasi se viven las sensaciones descritas sobre cubierta.
Un gran abrazo.
Precioso y emotivo como todo lo que escribes. Dejas ver el alma en cada palabra y eso se percibe como magia, como bendito don...
ResponderEliminarUn beso grande.
Un saludo con cariño desde mi tierra querida, porque un amigo sincero aunque ausente nunca olvida.
ResponderEliminarAbrazos.
ResponderEliminarEntrañable. Con mi abrazo
ResponderEliminarQue fácil es sentir, entender y amar la poesía con vos. Llegas al alma.
Gracias por ser como sos.Te quiero.
Malena
Es que no puede haber mejor inspiración.
ResponderEliminarTierno.
Besos.
Así que navegando por El Tigre.
ResponderEliminarMe imagino que si venís ahora no lo conocerías. Todo un emporio turístico con todos sus inconvenientes...
Me emociona un relato así de entrañable. He vivido todas esas canciones infantiles, ah, y también conservo un enorme tambor indio.
Espero que Pablito recuerde ese tu primer poema. Muchísimos besos.
de recuerdo en recuerdo
ResponderEliminarasí nos vamos quedando
abrazos
ResponderEliminarQue bello recuerdo querida Soco. Nos llevaste por un paisaje entrañable de verde y familia. Gracias.
mariarosa
ResponderEliminarUn poemita delicioso para un niño que quería ser marinero. Besitos, Soco
ResponderEliminarYo siempre tarde.Me encantan también tus relatos, es una preciosa vivencia..
Ese hijo tuyo, Pablo ¿no estaba pilotando en el verano el barco turístico Ciudad de San Sebastian?
Un beso grande
ResponderEliminarHola Sara, egun on.
Sí, Pablo estuvo unos años pilotando ese barco.
Y tú, que tal el trabajo? A ver si un día charlamos.
UN abrazo
ResponderEliminarPoderosa e irresistible la llamada del mar. Un relato lleno de encanto y naturalidad y un poema con magia. Besos.
Siempre, feliz de leerte y de saludasrte.
ResponderEliminarBesos
ufff¡¡, cuánta ternura.
ResponderEliminarUn beso.
ResponderEliminarGracias, Soco. Me encantaría charlar un rato contigo. A partir de la semana que viene tengo vacaciones, te mando correo.
ResponderEliminarUn relato-vivencia entrañable y como no, desbordando poesía.
Abrazo tardío
Me he sentado aquí, a leerte, después de una jornada tan grata como complicada. He vuelto hace un rato, una ducha, un cena ligera y tus poemas. Vengo de más abajo y sigo subiendo hasta el último, pero quería decirte que tu relato me ha ha dado envidia. La envidia de haber estado en ese velero. (Ahora zarpo hacia arriba...)
ResponderEliminarHas conseguido llevarme a ese río con olor a mar, bajo las estrellas sobre el mar.
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarMuchísimas gracias y muchísimos cariños para todos. Os quiero.