Muchas veces he pensado en ese globo rojo. ¿Adonde lo llevaría el viento?... Quedaría enredado en la copa de un árbol?...Caería al mar?... Alguien, tal vez en algún lugar lejano, leería su inocente mensaje?... O, quizás sí, llegó hasta el cielo?...
Todos los años, pasaba mis vacaciones de verano, en un pueblo sencillo y pintoresco. Un pueblo perdido entre montañas. Lleno de gente en verano, de soledad, paz y nieve, en invierno.
Aquella tarde, llevé a Isabelita a la plaza. Era una chiquilla morena e inquieta, de trenzas negras y ojos claros, llenos, entonces de una larga tristeza. Me gustan los niños, pero sentía una especial ternura, por esa chiquilla, cuyos padres, meses atrás, habían muerto en un accidente.
Nos sentamos en el borde del estanque, donde se reflejaban las galas azul y rosa, de esa apacible tarde de verano.
Quieres un globo?
Si, si, ese rojo.
***
Lentas campanadas, llamaron al Ángelus, y el aire quieto se llenó de resonancias. Una cigueña dibujó su sombra alargada sobre la hierba, salpicada de florecillas.
Llamé a Isabelita. Nos vamos ya?...
Caminábamos despacio, cuando de pronto, señaló un globo que se elevaba, liberado, sin duda, de la mano de algún chiquillo : Los globos que se escapan, adonde van? ...
Miré el óvalo azul que se perdía con prisa entre los árboles y respondí distraída: Tal vez, lleguen hasta el cielo.
Hasta el cielo?... Llegan hasta allí?...
Sí. Puede que lleguen hasta allí. O hasta el país de las Hadas. O hasta el Reino del Revés.
***
Al día siguiente, Isabelita apareció en mi casa, con su globo rojo. Noté que había algo escrito en él, con letras de colores.
Hola. Has decorado tu globo?... A ver... Qué has escrito?...
En letras grandes e irregulares, leí: "Papá, mamá, los quiero mucho. Isabelita".
Puedo mandárselo?... Tú has dicho que los globos llegan hasta el cielo... Lo soltamos?...
Trate de borrar con un dedo la ele de "los", mientras disimulaba mi emoción. Sí, claro. Vamos a soltarlo.
En medio de la calle, observamos como el globo, jugó unos instantes con el viento y luego, arrastrado por él, ascendió, hasta perderse de vista.
Los ojos de Isabelita, brillaban. Los mios, estaban nublados.
Una bonita y sentida historia de amor. ¡Entrañable! Y por un momento he podido sentir esas sensaciones vividas allí...
ResponderEliminarHoy el día viene así... Y no lo parecía!
Gran abrazo Soco.
Gracias mil, Ernesto y gran abrazo, también para ti.
EliminarMucho mas que palabras. Todo luz y ternura.
ResponderEliminarFlores y abrazos. Fernando.
Gracias, Fer, por tus flores y abrazos. Ten, una feliz primavera.
EliminarMaravillosa historia, gracias por compartirla. Abrazo.
ResponderEliminarMilgracias y abrazo para ti, Xan.
EliminarTus textos entrañables me han traído recuerdo de globos. Me seducían. Me los regalaban en zapaterías, en la droguería, en la confitería...Unos se iban deshinchando, Otros desaparecían por los tejados urbanos. Alguno estallaba en contacto con la cocina bilbaína. Siempre creí en los globos y aquella creencia sobrevivió, afortunadamente, a la Dios. Tal vez el gran poder residía en el hilo que yo sujetaba a mi dedo. Más potente que los ideológicos. Hace poco mi hija me envió imágenes de la ciudad capturadas desde un globo aerostático y en mis sueños soñé que se trataba de alguno de aquellos otros globos de niñez que habían crecido.
ResponderEliminar...que habían crecido y escapado, tal vez, hasta ese cielo, en que una vez, habíamos creído, no?...
EliminarConmovedor relato... mucho recuerdo y nostalgias suelen guiarnos la mano y nada de imaginación.
ResponderEliminarAbrazo hasta vos, Poeta.
Sí, Carlos: recuerdos y nostalgias...
EliminarAbrazo porteño.
Aquella niña tenía lo único que la aferraba a la vida: esperanza. Isabelita se aferró a una respuesta y a sentir que estaba allí su forma de ver la vida. Ella sintió y creyó que ese globo llegaría donde estaban sus padres. ¿Por qué no?.
ResponderEliminarMuy bello Soco, muy enternecedor.
Besos
Sí, por que no?... Besos, Tati.
EliminarEs un relato precioso, lo encuentro tan sincero y auténtico que me ha conmovido.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Ana. Gracias por llegarte y por tus palabras. Abrazos.
EliminarMe encantó tu relato y hasta he podido ver la sonrisa de sus padres viendo volar el globo, mientras emocionada sentía la ilusión de Isabelita...Muy bello e inspirador, Soco.
ResponderEliminarLa sincronía entre cielo y tierra es una realidad.
Mi abrazo admirado y feliz fin de semana, poeta.
Gracias a ti, Maje. Y mi abrazo, siempre.
EliminarAmoroso relato, tierno y emotivo. Felicitaciones
ResponderEliminarGracias y abrazo, querida compañera.
EliminarSoco, te da igual la forma para latir y sentir con el alma, para hacerme volar en esa dimensión.
ResponderEliminarTe envío un fuerte abrazo en el viento.
Gracias, abrazos, y mil caricias, para repartir, querida Ángela
EliminarEres luz, Soco. Y ternura. Gracias por tus regalos.
ResponderEliminarJose
Mi abrazo, Jose. Con mil gracias.
EliminarMuy bonito, ama. Ya lo conocía pero me ha gustado mucho volver a leerlo. Un beso
ResponderEliminarCariños, Bakar. Y besosmuchos.
ResponderEliminarLa última frase me ha atravesado.
ResponderEliminarPrecioso.
Aplauso para ti.
Gracias, Xavi. Besos de otoño.
EliminarMe has emocionado enormemente Soco ¡que relato tan emotivo y entrañable!, gracias por compartirlo
ResponderEliminarUn abrazo gigante
Siempre un gusto verte por acá, Stella. otro abrazo.
Eliminarel romance con las letras adoro los textos sensuales
ResponderEliminarMe gusta verte por acá, Muchabonita. Besosmil.
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