jueves, 3 de septiembre de 2009

POEMAS A SETIEMBRE



TARDES


Hay nubes que parecen
algodón escarlata.

Y en el aire, perdidas,
mariposas errantes
como besos con alas.

Las tardes de setiembre,
casi azules,
casi tibias,
se vuelven remolonas,
consentidas,
confidentes...

Parece
que nos quieren decir algo.

Un pájaro se asoma
al borde de tu beso
y el aire, despistado,
se abraza a nuestro abrazo.

Las horas van pasando
de puntillas, suavecito...

El sol
se mece con la brisa
y se diluye
en la luz de tus ojos.

La ciudad
desemboca en el mar,
enamorada.

Son tardes de setiembre,
casi azules,
casi tibias...

jueves, 20 de agosto de 2009

EL RELATO DEL MES



EN UN BAR DE LA ESTACIÓN


El muchacho que descendió del tren, vestía unos tejanos oscuros y una camisa de cuadros, con el cuello abierto hasta la mitad del pecho.
Con una maleta en la mano, atravesó la calle abrasada de un sol de agosto y entró en la penumbra fresca de un bar, sitúado frente a la perdida estación.
Tenía hambre y decidió comer con tranquilidad y descansar allí mismo hasta las nueve. A esa hora, tomaría el otro tren que lo dejaba en su pueblo.

El bar restaurante, pintado de un color fucsia descolorido y sucio, estaba casi vacío. Sólo en una mesa del fondo, bebían y hablaban a gritos tres muchachones.

Eduardo miró el reloj que marcaba las cinco y cuarto y pensó que le quedaba aún mucho tiempo para llegar a casa. Se acomodó en una mesa con mantel a cuadros, junto a una ventana abierta a un campo desolado y polvoriento. La ciudad, un poco más lejos, se derramaba en barrios que se adivinaban agobiados por el bochorno de un día especialmente caluroso.
Pidió una ensalada, un filete y una jarra de cerveza. Y mientras comía, se dejó llevar por la melodía de una canción pop, que llegaba de un transistor.


Un coche se acercó envuelto en una polvareda. Dos chicas y un señor mayor entraron y pidieron refrescos de limón y cervezas que tomaron junto a la barra, siguiendo con el cuerpo el ritmo de la música.
Una de las chicas, la más rubia y espigada, le recordó a Marta, su novia. Se la imaginó impaciente, de un lado para otro de la casa, nerviosa, sin acabar de decidirse por el vestido que iba a ponerse para recibirlo. Imaginó tambien a su madre, preparándole la cena. Algo especial, para celebrar su éxito en las oposiciones.
Las chicas y el señor salieron, y el coche se perdió en el atardecer.

El reloj marcaba las ocho y media.Ya no quedaba sol. Sólo un esplendor rojizo, se difuminaba en las nubes.

En ese momento, los chicos de la mesa del fondo, llamaron al dueño. Cuando éste se acercó, uno de ellos lo amenazó con un revólver y lo obligó a tirarse en el suelo. Mientras el muchacho que parecía más joven lo mantenía inmovilizado, los otros dos pasaron del otro lado de la barra y se apropiaron del dinero de la caja registradora.
Eduardo no estaba asustado, pero pensó que él, desarmado y solo, no podía hacer nada. y permaneció sentado, disimulando su atención a través de la ventana.
Los dos mayores estaban ya en la puerta y llamaban por señas al otro. Pero éste antes de irse, en un gesto de inútil e incomprensible crueldad, disparó su revólver sobre el hombre inmóvil tirado en el suelo.
Eduardo se acercó entonces para intentar, no sabía como, auxiliarlo, cuando sintió una punzada horrible en el costado. Luego, el choque brutal contra el cemento y la lámpara del techo que giraba en su cabeza, hasta hacerle perder la visión...

A través de puertas y ventanas abiertas, se colaba la oscuridad que se iba apoderando del campo, borrando sus contornos. Mientras, la lejana ciudad, se destacaba con luces cada vez más brillantes.

Bruscamente volvió del desmayo. No podía moverse ni gritar y las náuseas se le agolpaban en la garganta.
Escuchó vagamente el pitido del tren. De su tren, que se iba sin él, que no puede despegarse del suelo, sucio y pegajoso, surcado por dos regueros de sangre...

martes, 4 de agosto de 2009

POEMAS A LA VIDA SENCILLA



PROGRESO

... Y regresé
al lugar donde viví mi infancia,

pero no lo escontré.

Mi casa de madera y de piedra
ahora es un gran cubo
de hormigón y cristal.

Dónde quedó mi patio?
La dulzura inclinada
de la higuera?...

La fuente que arrullaba
mis sueños infantiles,
se convirtió en estatua
indescifrable

y el paseo arbolado,
en moderna autopista
de cuádruple carril.

Destellos de neones
ocultan las estrellas.

No pude ver la luna,
que entonces se colaba
por mi ventana abierta.

Y me fui, desolada,
a llorar mansamente...


domingo, 26 de julio de 2009

DESDE MI ÁTICO



Desde mi ático, el cielo sobre Donosti es diferente...

Lo veo abrazarse con el mar, rojo-naranja a la hora del crepúsculo. Cuando el sol fugitivo pinta colores en las velas y mástiles y botavaras ensayan ideogramas entre las nubes.

A la hora que regresas y tus brazos me persiguen, aprisionándome en cualquier rincón de la casa.

Después llega la noche, arropada en una suave brisa salada. Cara al cielo, confundo gaviotas con estrellas, mientras tus manos rondan mi cuerpo. Y nuestras palabras, hechas murmullo, escapan al aire enredadas en caricias.
Bajo la oscuridad, adivino tus ojos recorriéndome y siento tu piel que me envuelve, mientras las nubes se persiguen detrás de las cortinas y el viento que se cuela, nos regala olor a sal y a caracolas.

A veces, me gusta escapar de tus brazos y quedar a solas sobre la balaustrada. y entonces, en esa calma, siento que me hablan las estrellas y casi alcanzo a tocarlas con los dedos del alma...

Muchos metros abajo, el asfalto brillante de luna. La silueta de un vagabundo que garabatea su soledad. dos enamorados que demoran eternamente su abrazo. El ronronear de una moto, que hace añicos el silencio...

También por las mañanas, el cielo desde aquí es diferente. Saetas de luz, atraviesan la bruma que se distrae en el monte, y se difuminan en el increible, insondable azul... mientras afuera, la vida camina bulliciosa disfrazada de colores, de voces multilingues, de ritmo de verano y vacaciones...

Tardes, noches, mañanas... Desde mi ático, el cielo sobre Donosti es diferente.

viernes, 10 de julio de 2009

UN POEMA DE ANA MUELA SOPEÑA



VAGABUNDA


A veces
emitía un sonido de sirena
en sus paseos solitarios.

Buscaba en las basuras,
intentaba entender los jeroglíficos,
los abrazos de plata,
la belleza de un mundo en extinción.

Vagabunda,
código de niebla
sumergido entre claves imantadas con
sílabas.

Esa mujer corría por grutas entre sueños
hacia un sol primigenio de rayos arcoiris.

A veces emitía un eco de ultratumba.

Se la llevó un espectro
hacia un espacio errante, sutil como la
lluvia.

Ana Muela Sopeña.


De su blog http://www.laberintodelluvia.com/


martes, 30 de junio de 2009

ESCAPAR AL MUNDO DE LOS RECUERDOS




...Y podría hablar
de mi casa de entonces,
una casa de madera
y de piedra.

De las losas azules del patio.
De la dulzura inclinada
de la higuera.

Podría hablar
de mi madre
regando los malvones
y cantando,
con una voz de agua
y de rumor de viento.

De mi hermano mayor,
que me enseñó
a vivir fantasías.

Podría hablar
de las noches de contar
historias,
con la luna en el patio,
toda entera.

De las mañanas de verano,
con el sol
todavía bostezando,
y ovejitas
saltando por el cielo
con pijama de rizos.

Podría hablar
de cuando naufragó
un cometa,
en el agua tranquila
del estamque.

Podría hablar...

Sólo tengo que abrir,
ese buzón lejano
de la infancia.


domingo, 14 de junio de 2009

EL RELATO DEL MES : GUARANÍES ; ÚLTIMOS ESCLAVOS DEL SIGLO XXI



PACHA MAMA

Choguí, indiecito guaraní, persigue una enorme mariposa de vibrantes colores. Siguiendo sus mágicas evoluciones, corre tras ella sorteando las grandes cabañas comunales. Atraviesa el poblado, se interna en la selva y se pierde entre la tupida vegetación.
Va cayendo la tarde. Su madre angustiada lo busca inútilmente por el poblado. Temerosa, entra en la selva. !Choguí!....!Choguí!...!Choguí!... Solamente responden los gritos de los animales salvajes. Y ella sigue abriéndose paso entre la maraña virgen que hiere despiadada su piel desnuda.

! Préstame tus alas pájaro!... Y el buen Dios Ñamandú oye su ruego : convertida en un hermoso pájaro, escudriña volando la intransitable vegetación, hasta encontrar al niño dormido bajo un árbol. Las fieras merodean a su alrededor.
!Choguí!...! Choguí!...grita con todas sus fuerzas hasta atraer la atención de la gente que ha salido tras ella. El niño es rescatado y devuelto al poblado.
Pero la madre, transformada en un gran pájaro de llamativos colores, queda para siempre en la selva.

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La historia de los guaraníes, es el relato de numerosas y bellas leyendas.Y de sucesivas e incontables derrotas.
Ocupaban toda la zona central y meridional de Sudamérica, desde los Andes a la costa Atlántica; desde las Guayanas, hasta la región del Río de la Plata. Un lugar quimérico de selvas, arroyuelos y quebradas, donde la tierra para ellos era la vida, la madre : La Pacha Mama.

Vivían en malocas, cabañas comunales, en torno a un punto central o plaza, donde se reunían en sus numerosas fiestas para cantar, bailar, y sobre todo, para contarse sus sueños.
Solían ir desnudos, pero muy adornados. Dormían en hamacas, tejidas por las mujeres en sencillos telares. Cazaban y pescaban. Y mascaban el maíz - avati- para producir la chicha, su bebida mágica.
La aldea, taba, estaba dirigida por un gran jefe político: Mburunvichá, que organizaba el trabajo y distribuía los bienes de consumo equitativamente. Pues en la sociedad guaraní, no existía el concepto de propiedad privada. Todo lo que se cosechaba, se cazaba y se pescaba, se distribuía de forma solidaria.

Su religiosidad es profundamente espiritual. Sus dioses son concebidos como entidades invisibles que se manifiestan en la plenitud de la naturaleza : el trueno, la lluvia...pero nunca en imágenes materiales. De ahí, que no posean templos ni ídolos.
Ñamandú, es su gran Dios bondadoso, padre de todos los hombres, dador de la vida y de todo el Orden Universal. Añá es el dios que representa el Mal, las catástrofes naturales, las enfermedades...
Creen en la continuidad de la vida después de la muerte. Rinden culto a los antepasados con ofrendas y fiestas en su honor. Y los espíritus, a su vez, los protegen y los ayudan, enviándoles las lluvias y las buenas cosechas....

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Pero esa vida, idílica y pacífica, va a cambiar bruscamente. La conquista de los portugueses, origina las primeras rebeliones de los guaraníes. Rebeliones que son, una tras otra, sangrientamente sofocadas.
Luego son arrojados violéntamente de sus tierras, por el acoso de los españoles. Pierden sus chacos, sus tierras de cultivo y se van convirtiendo en peones de los invasores.
Los misioneros jesuitas logran al fin, pacificarlos. Fundan para ellos misiones, verdaderas ciudades con un nivel social bastante avanzado.
Pero la expulsión de los jesuitas, da paso a un nuevo proceso de decadencia del pueblo guaraní, que va reduciendo considerablemente su número; hoy sólo unos cuantos millares.
Ahora, en su mayor parte, viven en reservas, en algunos estados de Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina Y Bolivia.
Sin embargo, en algunos de estos lugares, sobre todo al Noroeste de Bolivia, allí y ahora, muchas familias de estos indígenas, viven en condiciones de auténtica servidumbre, sin los más elementales derechos de libertad, educación y sanidad... Se puede decir que estos grupos de guaraníes, son los últimos esclavos del Siglo XXI.

Apenas treinta y pocos caciques, son los dueños absolutos de sus tierras y de sus vidas: Los hombres trabajan de sol a sol los campos, cuidan los ganados y siguen a sus amos dondequiera que vayan. A los niños, se los utiliza como espantapájaros. y a las mujeres, como "incondicionales" sirvientas.


A pesar de todo, estos indios han sido capaces de no olvidar, y aún conservar sus raíces y sus costumbres y tradiciones. Y reivindican el derecho sobre su antigua tierra ; La Pacha Mama, a la que aman, respetan y no agreden nunca. Tierra que seguirán reclamando, hasta que se les restituya.

Y cuando esto ocurra, volverán a sus antiguas costumbres, a sus malocas comunales, a sus tabas...Volverán a cuidar de sus niños, algo muy especial para ellos. Volverán a pedir permiso a su Dios Ñamandú cada vez que necesiten talar un árbol o cultivar una nueva parcela. Recuperarán sus fiestas, donde cantarán, bailarán, y se contarán sus sueños... Y beberán alegres la chicha, su bebida mágica.
Las mujeres, ahora, con faldas multicolores. Los hombres, con sombreros de ala ancha.